miércoles, 26 de noviembre de 2014

PSICOLOGIA ANALITICA : (Marie-Louise von Franz, Alquimia)

PSICOLOGIA ANALITICA : (Marie-Louise von Franz, Alquimia): “La roca representa la firmeza de la personalidad […] Creo que ni siquiera una curación o una evolución psicológica, que es la misma ...

(Marie-Louise von Franz, Alquimia)

“La roca representa la firmeza de la personalidad […]
Creo que ni siquiera una curación o una evolución psicológica, que es la misma cosa, cambia el conflicto ni cura un problema; lo que en realidad cambia es la capacidad de soportarlo mejor, y esa es la verdadera evolución.
A veces la situación externa puede seguir tal cual, o ciertas dificultades de carácter, lo que se llama neurosis de carácter, se mantienen hasta cierto punto.
Si, por ejemplo, alguien tiene un temperamento muy apasionado, o una tendencia a deprimirse, generalmente eso continúa durante largo tiempo. Se necesitarán por lo menos veinte años para erradicarlo; no se puede cambiar enseguida, porque está muy arraigado en la naturaleza de uno.
Pero el primer paso es ser capaz de soportarlo mejor, sin dejarse disolver por aquello; desapegarse y tener un punto de vista, saber que ésa es la debilidad que uno tiene, a la cual no quiere ceder, y que finalmente pasará.
El primer paso es que ya uno no es idéntico a sus propios puntos locos […]
Aquí ven ustedes que esto es solidificar lo que es débil […] Si el animus o alguna emoción siempre le ha hecho perder a uno el equilibrio, y comienza a haber periodos en que se vuelve razonable, aunque después pueda volver a estar poseído por la pasión, esos momento son el comienzo de la formación de la roca interior.
El trocito de terreno sólido donde uno hace pié se va fortaleciendo y lentamente se convierte en algo sólido, de modo que uno tiene cada vez más la sensación de que probablemente nada de lo que pueda venir volverá a destruirlo […]
La totalidad del proceso alquímico [...] es la producción de la piedra filosofal, un objeto de sustancia dura, algo que no fluye […]
El estado de desvalimiento en que uno está atrapado por sus propios procesos interiores se detiene, lo cual equivale a una tremenda estabilización del núcleo más íntimo de la personalidad; eso es algo comparable con la piedra filosofal, que es simbólicamente lo que se forma con la experiencia interior estable.”
(Marie-Louise von Franz, Alquimia)

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PSICOLOGIA ANALITICA : El árbol como arquetipo.Painting: El libro rojo de...

PSICOLOGIA ANALITICA : El árbol como arquetipo.Painting: El libro rojo de...: “Los arquetipos surgen de un vasto, incluso ilimitado, proceso inconsciente que es compartido por toda la humanidad, el cual emerge de ...

El árbol como arquetipo.Painting: El libro rojo de Carl Jung.


“Los arquetipos surgen de un vasto, incluso ilimitado, proceso inconsciente que es compartido por toda la humanidad, el cual emerge de la experiencia que se ha ido acumulando a lo largo de miles de años de historia común“ (Ervin Laszlo, 1997, p. 274).
A la luz del inconsciente colectivo, se puede explicar claramente el surgimiento de arquetipos en diversas culturas, que comprenden un mismo significado. El arquetipo, como patrón de organización, atraviesa ciertos cambios y redefiniciones estructurales que derivan en el surgimiento de símbolos, manteniendo ciertas características que permiten su identificación.
En el caso del arquetipo de árbol, su simbología se deriva de la comprensión y abstracción de esta figura. Se trasciende su aspecto físico y el árbol pasa a simbolizar algo que le confiere un poder que antes no poseía. De acuerdo con esto, Mircea Elíade (1972) sostiene que a cualquier objeto “se le impregnará de una fuerza mágica o religiosa en virtud de su sola forma simbólica o de su origen“.
Según esto, el aspecto del árbol le otorga una fuerza simbólica que permite su generalización en cuanto a arquetipo: Desde las raíces, debajo de la tierra, crece un tronco que se ramifica y extiende hacia lo alto. Es evidente la relación que se puede establecer, gracias a este símbolo, entre las diversas regiones cósmicas. Las raíces se entrelazan en el inframundo, para permitir la estabilidad del tronco, el cual se sustenta en la tierra, a la vez que las ramas ascienden hacia el cielo.
Al respecto, Elíade (1991) afirma que “nunca ha sido adorado un árbol nada más que por sí mismo, sino siempre por lo que a través de él se ‘revelaba’, por lo que implicaba y significaba“. Si bien el árbol no tiene un significado unívoco, puede representar diversas cosas que no dejan de estar relacionadas entre sí. La multivalencia del simbolismo de árbol radica en su capacidad de expresar diversas cosas como ser imagen del cosmos; símbolo de teofanía cósmica; símbolo de la vida, la fecundidad e inmortalidad; centro del mundo y sostén del universo; representar lazos místicos entre árboles y hombres; o, ser el símbolo de la resurrección de la vegetación y, por tanto, de la regeneración.
Desde la mirada junguiana, el árbol es un símbolo del proceso de individuación y de la integración en el Sí Mismo, centro y totalidad de la psique:
“El árbol representa la evolución de las fases del proceso de transformación y sus frutos y flores significan la coronación de la obra” (Carl Jung).
Es por esta razón que el simbolismo del árbol está también íntimamente ligado a la espiritualidad.

https://www.facebook.com/pages/Carl-Jung-Psicolog%C3%ADa-evolutiva/680479825374592

sábado, 1 de noviembre de 2014

PSICOLOGIA ANALITICA : (C. G. Jung, Sobre el Zaratustra de Nietzsche, vol...

PSICOLOGIA ANALITICA : (C. G. Jung, Sobre el Zaratustra de Nietzsche, vol...: "Dios no es una opinión. Dios es un hecho psicológico que le sucede a la gente. La idea de Dios se originó con la experiencia de l...

(C. G. Jung, Sobre el Zaratustra de Nietzsche, vol. 2, 13 de mayo de 1936)

"Dios no es una opinión. Dios es un hecho psicológico que le sucede a la gente. La idea de Dios se originó con la experiencia de lo numinoso."

(C. G. Jung, Sobre el Zaratustra de Nietzsche, vol. 2, 5 de mayo de 1937)

“Dios es una suposición. (…) ¿Podríais vosotros crear un Dios? - ¡Pues entonces no me habléis de dioses!”

(F. Nietzsche, Así habló Zaratustra, `En las islas afortunadas’)

“Por supuesto uno no puede crear un Dios, así que ¿por qué suponer un Dios? Este argumento por supuesto está basado en la suposición de que tales cosas únicamente existen porque el hombre las crea.

Pero si dejas abierta la posibilidad de que Dios exista y no sea una invención del hombre, todo este argumento naturalmente es vano, porque el hombre no tiene nada que hacer con él; Dios existe o no existe: está fuera del alcance del hombre.

Efectivamente, la idea de Dios o la imagen de Dios está muy influenciada por la disposición que tenga hombre en el tiempo y en el espacio, por su temperamento, etc., pero es un hecho universal que en todo lugar encontramos ciertas ideas que son equivalentes a esta experiencia básica del hombre: a saber, que más allá de su propia voluntad, o además de su propia voluntad, todavía hay otra voluntad, sea lo que sea.

Por ejemplo, si uno trata de ser agradable, se encuentra con que está de mal humor; si quiere decir algo bueno, dice algo malo; si quiere decir la verdad, miente. Algo que no es su propia voluntad constantemente interfiere con sus intenciones.

En este tipo de experiencias, es como si uno estuviera poseído por fantasmas o por influencias demoníacas –o por Dios, el último receptáculo, se podría decir, de toda oposición mágica a los propósitos individuales del hombre.

Ahora bien, esta experiencia básica no es una invención del hombre, sino simplemente un hecho, un hecho que uno vive cada día; y si quieres ver cómo fue que la gente lo llamó finalmente `Dios’, estudia la vida de los primitivos. (…)

Si estudias la historia de las religiones y analizas cuidadosamente lo que está en el fondo de todas esas ideas [sobre Dios], verás que consiste en algo psicológico, que no es el yo, que ejerce influencia sobre el hombre. (…)

Ciertas peculiares cualidades o hábitos no humanos han sido siempre atribuidos a esa otra voluntad y ha sido imaginada con una apariencia no del todo humana –por ejemplo un animal que ayuda, un animal sanador, o un hombre dotado con poderes de hechicero, una suerte de superhombre. (…) Estos fueron los más tempranos símbolos de la deidad. (…)

[Pero] Dios nunca fue inventado, fue siempre un suceso, una experiencia psicológica –y recuerda, todavía es hoy la misma experiencia.”

(C. G. Jung, Sobre el Zaratustra de Nietzsche, vol. 2, 13 de mayo de 1936)
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Foto: “Dios es una suposición. (…) ¿Podríais vosotros crear un Dios? - ¡Pues entonces no me habléis de dioses!”

(F. Nietzsche, Así habló Zaratustra, `En las islas afortunadas’)

“Por supuesto uno no puede crear un Dios, así que ¿por qué suponer un Dios? Este argumento por supuesto está basado en la suposición de que tales cosas únicamente existen porque el hombre las crea.

Pero si dejas abierta la posibilidad de que Dios exista y no sea una invención del hombre, todo este argumento naturalmente es vano, porque el hombre no tiene nada que hacer con él; Dios existe o no existe: está fuera del alcance del hombre.

Efectivamente, la idea de Dios o la imagen de Dios está muy influenciada por la disposición que tenga hombre en el tiempo y en el espacio, por su temperamento, etc., pero es un hecho universal que en todo lugar encontramos ciertas ideas que son equivalentes a esta experiencia básica del hombre: a saber, que más allá de su propia voluntad, o además de su propia voluntad, todavía hay otra voluntad, sea lo que sea.

Por ejemplo, si uno trata de ser agradable, se encuentra con que está de mal humor; si quiere decir algo bueno, dice algo malo; si quiere decir la verdad, miente. Algo que no es su propia voluntad constantemente interfiere con sus intenciones.

En este tipo de experiencias, es como si uno estuviera poseído por fantasmas o por influencias demoníacas –o por Dios, el último receptáculo, se podría decir, de toda oposición mágica a los propósitos individuales del hombre.

Ahora bien, esta experiencia básica no es una invención del hombre, sino simplemente un hecho, un hecho que uno vive cada día; y si quieres ver cómo fue que la gente lo llamó finalmente `Dios’, estudia la vida de los primitivos. (…)

Si estudias la historia de las religiones y analizas cuidadosamente lo que está en el fondo de todas esas ideas [sobre Dios], verás que consiste en algo psicológico, que no es el yo, que ejerce influencia sobre el hombre. (…)

Ciertas peculiares cualidades o hábitos no humanos han sido siempre atribuidos a esa otra voluntad y ha sido imaginada con una apariencia no del todo humana –por ejemplo un animal que ayuda, un animal sanador, o un hombre dotado con poderes de hechicero, una suerte de superhombre. (…) Estos fueron los más tempranos símbolos de la deidad. (…)

[Pero] Dios nunca fue inventado, fue siempre un suceso, una experiencia psicológica –y recuerda, todavía es hoy la misma experiencia.”

(C. G. Jung, Sobre el Zaratustra de Nietzsche, vol. 2, 13 de mayo de 1936)