Carl Jung al final de su vida, “escribió”, una autobiografía,
que tituló “Recuerdos, sueños, pensamientos”, realizada por una ayudante suya,
que se publico después de su muerte, que es una especie de mosaico de
materiales diversos, y que se ha convertido en uno de los documentos
espirituales mas relevantes del siglo XX.
En este libro, según Richard Noll, en su libro “Jung, el
Cristo ario”, se describe “la trayectoria de un individuo extraordinario, que
parecería haber vivido al margen del tiempo y de la historia”.
Se le habría retratado como ”un sabio clarividente, un
hombre-dios que alcanza la apoteosis a través del encuentro con los Muertos y
con Dios”. En su vida, habría vivido” el encuentro con unos seres
extramundanos,( que el denomino como los arquetipos), que provenían de una
realidad transcendente (el inconsciente colectivo).
Richard Noll, considera que Jung por experiencia directa y
personal desde la infancia, tenía “una creencia muy determinada del mundo
espiritual, y en la capacidad de comunicarse directamente con los Muertos o
entidades incorpóreas de origen misterioso”.
Pero inevitablemente Jung, como todo humano, vivía dentro de
las categorías de su mundo, y por ello construyo (al igual que casi todos los
maestros), un personaje, una mascara, para que su cosmovisión mágica,” politeísta
y pagana”, agradase y fuese mejor aceptada por un mundo secularizado, dispuesto
a respetar solo las ideas con apariencia científica.
Y eso se agudizo después de su muerte. Ya se sabe que los
herederos son el peor enemigo de un creador. En su supuesta “autobiografía”,
publicada póstumamente, tanto su familia como su ayudante, Aniela Jaffé,
eliminaron o suavizaron numerosas opiniones de Jung, relativas a la teología
cristina, para evitar controversias.
Jung, organizó un circulo de seguidores que lo consideraban
un profeta carismático de un nueva era.. Y su mito personal como un evangelio
contemporáneo que contiene el mensaje de una nueva “salvación”.
Según testimonio de interlocutores suyos, consideraba su
vida como una misión, la de hacer a Dios consciente, no por su propio bien
personal, sino por el bien de Dios.
Su concepto del “inconsciente colectivo”, es un concepto
ambivalente, y equivoco, que cada uno interpreta como quiere. Y la confusión
proviene de que Jung tuvo que navegar en medio de tres fuerzas culturales muy
diversas y difíciles de conciliar.
Por una parte tiene
una interpretación psicológica “cientificista”, una especie de ampliación del
subconsciente de Freud, puso de relieve en su revolucionaria obra. Es claro que
tuvo una pugna cultural muy fuerte con Freud, a partir de su separación,
compitiendo fuertemente por su primacía cultural y de discípulos.
Y una de las acusaciones principales que Freud le hizo fue
de esoterismo y anticientificismo.
Por otra parte Jung vivió en una época historia dominada por
el romanticismo germánico de finales del siglo XIX y principios del XX, y vivió
en plena época romántica alemana en la que dominaba un “Zeigeist”, influido por
el concepto romántico de la “ahnenerbe”, la herencia ancestral”, que seria el
fundamento de la experiencia subjetiva de todo individuo.
Jung creía que en la familia hay una especie de karma
impersonal que se transmite de padres a hijos. Por ello se sentía con la sensación
de que debía responder algunas preguntas que el destino había planteado a sus
ancestros, y que aun no habían tenido respuesta, o que debía completar o continuar
cuestiones que otras épocas dejaron inconclusas.
La tercera interpretación del “inconsciente colectivo”, es
netamente religioso y espiritual.
Y se referiría a todo el entramado transcendente, personal y
extrahumano, que en religión se suele denominar con la palabra genérica “Dios”,
y que viene englobado en lo que podríamos denominar como el “mundo imagial”
descrito por Henry Corbin, o sea la “Organización espiritual”, mediante la que
se nos realiza a los humanos “la influencia espiritual” desde el “más allá”.
Y todo ello, desde la experiencia personal repleta desde la
infancia de extraordinarias experiencias con espíritus. Jung de joven participo
en sesiones espiritistas, muy de moda a final del XIX, en las que una prima
suya actuaba de médium.
Incluso, su tesis doctoral trataba sobre ese tema. Y a lo
largo de su vida experimento directamente todo un mundo imaginal, al que un
numero muy escaso de videntes, del tipo de Ibn Arabí, han tenido acceso.
Para Jung el inconsciente fue una fuente de conocimiento
superior más allá de los confines del tiempo y del espacio tridimensional, y a través del mismo, le era posible
establecer una relación personal con las voces e imágenes de los espíritus de
su propia Tierra de los Muertos, a los que él denomino “Arquetipos”.
Exposición de Esperanza, Vela.
Jung y el inconsciente colectivo.
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