“El principal logro social en la primera infancia es el APEGO y, en la segunda, es la creación de un concepto positivo de SÍ MISMO, el cual concluye aproximadamente a la edad de 12 años. Éste significa un sentimiento de su propia identidad y de su valor como persona. Comienza con el reconocimiento de uno mismo para gradualmente alcanzar el concepto de sí mismo. Los estilos educativos y la cultura ejercen una importante influencia sobre dicho concepto.”
(Carmen Moreno Rosset, Evaluación psicológica)
“Como ha explicado Margaret Mahler, aproximadamente a los 18 meses el niño empieza a experimentar una CRISIS DE APEGO en la relación con su cuidador principal, una intensa ambivalencia hacia él que escinde en dos el mundo del niño. El cuidador se escinde en “objeto bueno” y “objeto malo” o, en la terminología más junguiana que utilizaré aquí, la Gran Madre interna y externa a la vez se escinde en MADRE BUENA y MADRE TERRIBLE. Correspondientemente, el sentido de sí mismo del niño se escinde en REPRESENTACIONES DE SÍ MISMO “BUENAS” Y “MALAS”, inconexas entre sí. Tal escisión señala un serio bloqueo, pues el niño no puede seguir desarrollándose en tanto el mundo y sí mismo presenten tan seria fisura (…) El último gran paso en el desarrollo del concepto de objeto tiene, pues, por efecto hacer astillas el mundo del apego (…) La continuación del desarrollo requiere que el niño reunifique su experiencia.”
“El concepto de PERMANENCIA DEL OBJETO es en Piaget más puramente cognoscitivo, e indica integración de apariencias temporalmente inconexas en un objeto singular y duradero, que existe sea o no percibido. Contrasta con la idea psicoanalítica de CONSTANCIA DE OBJETO, que conlleva integración tanto cognoscitiva como afectiva. Constancia de objeto es integración de un objeto emocionalmente escindido en un objeto singular completo al que se reconocen aspectos o facetas contrarios, buenos y malos. Constancia de objeto es reintegración de un objeto emocionalmente dividido (…) El niño integra sus escindidos OBJETOS PARCIALES (el bueno, el malo, la Madre Buena y la Madre Terrible) en un objeto singular, ni completamente bueno ni completamente malo. Esto es, logra una comprensión equilibrada y estable del cuidador como ser que no es omnipotente ni perfecto, pero sí, no obstante, básicamente bueno.
Al integrar las representaciones totalmente buena y totalmente malas, el niño alcanza una relación menos tormentosa y más segura con el cuidador, visto ya como ser imperfecto pero fundamentalmente positivo.”
(Michael Washburn, Psicología transpersonal en una perspectiva psicoanalítica)
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