La
macro-cultura occidental ha enfatizado unilateralmente el conocimiento
racional, reforzando funciones psíquicas como la percepción sensorial y
el pensamiento, propias de nuestra cultura patriarcal, relegando
funciones como la intuición y la afectividad al dominio matriarcal.
El hombre actual ha descuidado, ampliamente, la interioridad, los elementos intuitivos y emocionales como fuente de conocimiento y de riqueza experiencial.
La psicología analítica ha realizado un importante aporte a la teoría del conocimiento, al establecer un puente entre el conocimiento intelectual-conceptual y el conocimiento inmediato y experiencial de la vida, el cual siempre puede ser conceptual izado. C. G. Jung estableció que los procesos afectivos, intuición y emoción ; como la capacidad de percibir y crear a través de los símbolos, son modos básicos del funcionamiento psíquico humano, tanto como lo es el conocimiento por la percepción a través de los órganos de los sentidos o por la elaboración del pensamiento.
El ser humano no puede escapar a su propio logro. “Ya no vive solamente en un puro universo físico, sino en un universo simbólico. El hombre no puede enfrentarse ya en la realidad de un modo inmediato, no puede verla como si dijéramos, cara a cara. La realidad física parece retroceder en la misma proporción que avanza su actividad simbólica” ( Cassirer, 1967).
Lo simbólico se nos devela como una dimensión especifica de lo humano. “El hombre que busca el sentido de su existencia y crece de esa búsqueda una filosofía, solo a través de la vivencia de la realidad simbólica reencuentra el camino de retorno a un mundo en el cual ya no es extranjero” (Jung, 1977).
“Imágenes, símbolos y mitos no son creaciones irresponsables de la psique, responden a una necesidad y cumplen una función: poner al descubierto las modalidades mas secretas del ser” ( Mircea Eliade, 1979).
Symbolon-symballein, “reunir, lanzar juntos”, la etimología nos permite comprender que símbolo es reunir imagen y sentido, es decir develar por detrás de la imagen visible y objetivable, un sentido oculto y profundo.
Lo importante es vivenciar el símbolo, es decir , dejar tocarnos emocionalmente por el.
El hombre actual ha descuidado, ampliamente, la interioridad, los elementos intuitivos y emocionales como fuente de conocimiento y de riqueza experiencial.
La psicología analítica ha realizado un importante aporte a la teoría del conocimiento, al establecer un puente entre el conocimiento intelectual-conceptual y el conocimiento inmediato y experiencial de la vida, el cual siempre puede ser conceptual izado. C. G. Jung estableció que los procesos afectivos, intuición y emoción ; como la capacidad de percibir y crear a través de los símbolos, son modos básicos del funcionamiento psíquico humano, tanto como lo es el conocimiento por la percepción a través de los órganos de los sentidos o por la elaboración del pensamiento.
El ser humano no puede escapar a su propio logro. “Ya no vive solamente en un puro universo físico, sino en un universo simbólico. El hombre no puede enfrentarse ya en la realidad de un modo inmediato, no puede verla como si dijéramos, cara a cara. La realidad física parece retroceder en la misma proporción que avanza su actividad simbólica” ( Cassirer, 1967).
Lo simbólico se nos devela como una dimensión especifica de lo humano. “El hombre que busca el sentido de su existencia y crece de esa búsqueda una filosofía, solo a través de la vivencia de la realidad simbólica reencuentra el camino de retorno a un mundo en el cual ya no es extranjero” (Jung, 1977).
“Imágenes, símbolos y mitos no son creaciones irresponsables de la psique, responden a una necesidad y cumplen una función: poner al descubierto las modalidades mas secretas del ser” ( Mircea Eliade, 1979).
Symbolon-symballein, “reunir, lanzar juntos”, la etimología nos permite comprender que símbolo es reunir imagen y sentido, es decir develar por detrás de la imagen visible y objetivable, un sentido oculto y profundo.
Lo importante es vivenciar el símbolo, es decir , dejar tocarnos emocionalmente por el.
El estado crepuscular facilita la experiencia, y el estar en contacto con el de una manera vivencial y emocional. Si bien por un lado hay símbolos que se nos imponen en determinadas situaciones de la vida, imágenes simbólicas, fantasías, sueños, por otro lado hay también una actitud simbolizadora. Simbolizar significa develar un sentido en una situación concreta. De ésta manera lo cotidiano concreto, tendría siempre un lado oculto enigmático, un lado prospectivo que apunta al futuro. La actitud simbolizadora es una actitud humana general. Por ejemplo, cuando estamos delante del mar, inicialmente lo percibimos a través de nuestros sentidos y también nos damos cuenta de nuestras emociones o sentimientos. Luego nuestra conciencia se amplifica cuando el mar no es solamente agua sino que nos trasmite una experiencia de “infinitud” o de “inmensidad”.
Según Jung, las imágenes, los sueños, los símbolos, provienen del sí-mismo (selbst, identidad última, alma). “Solamente es con el sí-mismo como encontramos una realidad psicológica que corresponde francamente a la ‘moral abierta’, la de la aspiración pura. Además hemos recordado la definición que fue dada de la vocación: la voz del sí-mismo haciéndose oír del yo. Es decir que el sí-mismo eleva con respecto al yo una exigencia esencial. Basta con acordarse de la historia de las grandes vocaciones para ver hasta que punto se siente con o sin razón, desgraciado y culpable de obedecer a mil “ voces” , propias o figuradas que llaman a su destino” (Charles Baudouin, 1950).
El estado crepuscular equivale a un estado de “entre mundo”, es estar conciente pero casi sin resistencia a los contenidos de lo inconsciente, entonces el sí-mismo puede emerger en imágenes que adquirirán el valor de símbolo cuando nos involucremos en la experiencia. Cuando esto sucede: “.....las intuiciones y las aspiraciones de orden superior (artísticas, filosóficas, científicas, espirituales), los imperativos de orden ético, los impulsos para actos desinteresados o heroicos. Es el origen de los sentimientos mas elevados tales como el amor altruista, es el origen del genio, de los estados de contemplación, de iluminación y éxtasis. En éste estado surgen las funciones psíquicas superiores y las energías espirituales” (Assagioli, 1970)
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