“He
elegido el término ‘sincronicidad’ porque la simultaneidad de dos
acontecimientos análogos, pero acausalmente ligados, parece un criterio
esencial. Empleo, pues, aquí, el concepto general de sincronismo en el
sentido especial de coincidencia temporal de dos o más acontecimientos,
relacionados mutuamente de modo acausal, que tienen un contenido
idéntico o semejante”, explica en La interpretación de la naturaleza y
la psique (1952), obra en la que colaboró el premio Nobel de Física
Wolfgang Pauli. Ambos consideraron que los fenómenos sincrónicos,
aquellos que se producen simultáneamente sin que medie una relación
causal, son muy significativos para quien los protagoniza. Los
experimentos de Rhine -que proporcionaron la prueba de la existencia de
conexiones acausales de sucesos- sirvieron para que Jung planteara la
posibilidad de que el espacio y el tiempo pudieran tener también una
realidad psíquica, no solo física. “Parece como si el espacio y el
tiempo dependieran de condiciones psíquicas y no existieran en sí
mismos, sino que fuesen sólo ‘puestos’ por la conciencia”, sugiere.
Partiendo de esa premisa, la sincronicidad supone entonces un gran
desafío al azar. De hecho, constantemente nos ocurren cosas que
consideramos casuales, pero ¿realmente lo son siempre?… “Si bien la gran
mayoría de los hechos casuales podría admitir una explicación causal,
subsisten multitud de ellos que no manifiestan conexión causal alguna”,
puntualiza Jung. Entre los muchos casos que le ocurrió, resulta
especialmente llamativo el registrado el 1 de abril de 1949. Así lo
cuenta: “Hoy viernes. En el almuerzo nos sirven pescado. En la
conversación alguien recuerda incidentalmente la costumbre del ‘pez de
abril’. Durante la mañana había yo anotado una inscripción: ‘Est homo
totus medius piscis ab imo’. Por la tarde, una ex paciente mía a quien
no había visto desde meses atrás, vino a mostrarme algunos cuadros de
peces, singularmente impresionantes, que había pintado durante ese
lapso. Por la noche se me mostró un bordado que representaba monstruos
marinos pisciformes. El dos de abril, a las primeras horas de la mañana,
otra ex paciente a quien no había visto desde hacía muchos años, me
relató un sueño en el cual, estando a orillas de un lago, vio a un pez
grande que se acercaba nadando en dirección a ella, para amarrar, por
así decir, a sus pies. Durante esos días estaba yo ocupado en una
investigación sobre el símbolo del pez en la historia”. Dicho relato lo
escribió a orillas de un lago. Al terminarlo, se percató que a escasos
metros de donde se encontraba, yacía un pez muerto totalmente intacto.
“En la tarde del día anterior no había allí ningún pez”, advirtió. ¿Es
posible atribuir a la simple casualidad un caso así?…
En conclusión, sus estudios sobre el inconsciente y los fenómenos paranormales -a veces protagonizados por él mismo como ya hemos visto-, le llevó a considerar que “existe una cierta probabilidad de que algo de nuestra psique continúe viviendo después de la muerte”. Y con ese convencimiento se marchó de este mundo a la edad de 85 años, dejando tras de sí una huella imborrable de conocimientos sobre el psiquismo humano.
(Nota: La ‘Obra Completa de C.G.Jung’ ha sido publicada en 20 excelentes volúmenes por la Editorial Trotta).
En conclusión, sus estudios sobre el inconsciente y los fenómenos paranormales -a veces protagonizados por él mismo como ya hemos visto-, le llevó a considerar que “existe una cierta probabilidad de que algo de nuestra psique continúe viviendo después de la muerte”. Y con ese convencimiento se marchó de este mundo a la edad de 85 años, dejando tras de sí una huella imborrable de conocimientos sobre el psiquismo humano.
(Nota: La ‘Obra Completa de C.G.Jung’ ha sido publicada en 20 excelentes volúmenes por la Editorial Trotta).
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