Si bien es cierto que estableció una conexión entre la mediumnidad y la histeria, estudiando la “disociación” de la personalidad de los médiums espiritistas, en ningún momento cuestionó la autenticidad de las facultades metapsíquicas, como la clarividencia o la precognición. En su tesis doctoral de medicina, escrita en 1902 bajo el título Acerca de la psicología y patología de los llamados fenómenos ocultos, se hace eco de las experiencias mediúmnicas de su prima Hélène (empleó para referirse a ella el pseudónimo “S.W.”), afirmando que a pesar de su personalidad histérica -que provocaba sus desvanecimientos y automatismos-, manifestaba auténticas capacidades telepáticas y precognitivas durante esos estados de trance. En la conferencia que pronunció en 1919 ante los miembros de la S.P.R., titulada Los fundamentos psicológicos de la creencia en los espíritus, dejó claro su convencimiento de que las manifestaciones espiritistas se debían a “efectos exteriorizados de complejos del inconsciente”. El ya cada vez más célebre psiquiatra continuó ahondando en el estudio de los fenómenos paranormales, siguiendo una línea marcadamente científica, por eso no le pasó desapercibidas las investigaciones llevadas a cabo a partir de 1934 por el biólogo Joseph B. Rhine, en torno a la llamada “percepción extrasensorial” (ESP), desde su laboratorio de la Universidad de Duke. Sus rigurosos análisis estadísticos sobre la telepatía, la clarividencia, la precognición y la psicocinesis hicieron que la Parapsicología adquiriese respetabilidad científica y se multiplicasen las cátedras por todo el mundo. En 1937, Jung tendría la oportunidad de conocerle personalmente. “Por lo menos una parte de la psique no se encuentra sometida a las leyes del espacio y del tiempo -sugiere Jung-. La prueba científica acerca de ello la aportaron los conocidos experimentos de Rhine. Junto a incontables casos de presentimientos espontáneos, las percepciones fuera del espacio y otros casos de este tipo, de los cuales ya he contado algunos ejemplos de mi vida, demuestran que la psique en ocasiones funciona más allá de la ley de la causalidad espacio-tiempo. De ello se desprende que nuestras concepciones de espacio y tiempo, y con ello la causalidad, son imperfectas”.
viernes, 13 de mayo de 2016
"OTROS NIVELES SUPERIORES DE LA REALIDAD"
Si bien es cierto que estableció una conexión entre la mediumnidad y la histeria, estudiando la “disociación” de la personalidad de los médiums espiritistas, en ningún momento cuestionó la autenticidad de las facultades metapsíquicas, como la clarividencia o la precognición. En su tesis doctoral de medicina, escrita en 1902 bajo el título Acerca de la psicología y patología de los llamados fenómenos ocultos, se hace eco de las experiencias mediúmnicas de su prima Hélène (empleó para referirse a ella el pseudónimo “S.W.”), afirmando que a pesar de su personalidad histérica -que provocaba sus desvanecimientos y automatismos-, manifestaba auténticas capacidades telepáticas y precognitivas durante esos estados de trance. En la conferencia que pronunció en 1919 ante los miembros de la S.P.R., titulada Los fundamentos psicológicos de la creencia en los espíritus, dejó claro su convencimiento de que las manifestaciones espiritistas se debían a “efectos exteriorizados de complejos del inconsciente”. El ya cada vez más célebre psiquiatra continuó ahondando en el estudio de los fenómenos paranormales, siguiendo una línea marcadamente científica, por eso no le pasó desapercibidas las investigaciones llevadas a cabo a partir de 1934 por el biólogo Joseph B. Rhine, en torno a la llamada “percepción extrasensorial” (ESP), desde su laboratorio de la Universidad de Duke. Sus rigurosos análisis estadísticos sobre la telepatía, la clarividencia, la precognición y la psicocinesis hicieron que la Parapsicología adquiriese respetabilidad científica y se multiplicasen las cátedras por todo el mundo. En 1937, Jung tendría la oportunidad de conocerle personalmente. “Por lo menos una parte de la psique no se encuentra sometida a las leyes del espacio y del tiempo -sugiere Jung-. La prueba científica acerca de ello la aportaron los conocidos experimentos de Rhine. Junto a incontables casos de presentimientos espontáneos, las percepciones fuera del espacio y otros casos de este tipo, de los cuales ya he contado algunos ejemplos de mi vida, demuestran que la psique en ocasiones funciona más allá de la ley de la causalidad espacio-tiempo. De ello se desprende que nuestras concepciones de espacio y tiempo, y con ello la causalidad, son imperfectas”.
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